miércoles, 26 de agosto de 2020

"Antes, el futuro también era mejor" Karl May

Últimos meses de un año de locura. El futuro cambió, cambió de dirección aunque actuemos tiempo de espera. El coronavirus afectó todo lo que hace a nuestra existencia, es una crisis profunda y por lo tanto, desencadena cambios en la sociedad porque la deconstruye, porque  deconstruye  su sistema económico y su cultura y eso genera enormes consecuencias que todavía ni empezamos a transitar. Para las culturas occidentales, básicamente individualistas, la idea de pandemia no alcanza a ser comprendida y en un país como el nuestro donde el sentido de comunidad no existe y está esparcido entre "grietas" ideológicas, políticas, partidistas, sociales, etarias, de género,etc.,etc.,etc., resulta devastadora. En la escena nacional, todes intentan una manera de sobrevivir y sobrellevar la tragedia implementando lo conocido y aprendido con algunas variantes enmarcadas en un protocolo de seguridad sanitaria hasta poder recuperar lo más parecido a la vida que se llevaba con anterioridad a la pandemia. Obviamente es muy legítimo, pero volver al antes, es y será imposible de ahora en más, porque las secuelas de este tremendo trance exigen inequívocamente una transmutación y versatibilidad de nuestra parte que parecemos no querer aceptar, porque naturalmente no estamos ni dispuestos, ni preparados para eso. En la escena nacional, el streaming lleva la delantera con un par de audaces en vivo o el corriente slogan "quedate en casa" (algo que ya nadie cumple como veo por la ventana). Algunos teatros reabren sin público y se asegura que la temporada de verano del teatro comercial tendrá lugar; otros transmiten puestas pasadas, (o sea archivos), ignorando que esas obras fueron pensadas para espacios tridimensionales con público en vivo, pero da lo mismo, acá todo siempre da lo mismo,…; la educación oferta las diferentes propuestas de siempre, ahora online o en workshops presenciales de hasta 10 personas, pero, salvo los netamente teóricos referentes a la historia del arte o a la utilización de algún programa de diseño, son prácticamente sólo cursos orientados para el antes del desastre porque al después lo desconocemos.¿Qué ocurre?,¿desaprendemos sin siquiera pestanear o nunca supimos de qué se trataba lo que hacíamos? En fin… entre obligados manotazos de ahogade, nadie considera la injerencia del virus, de la pandemia o del protocolo en la obra, salvo en el discurso, claro, pero sabemos que por acá del discurso al hecho…tampoco importa, sálvese quien pueda (una consigna que llevamos en sangre)...La cultura es capital, no capitalismo cultural...¿Es posible el teatro sin contacto directo con el público?... ¿Cómo?, ¿bajo qué temática investigativa?, ¿con qué textos se podría generar cercanía y emoción en la comunicación?, ¿qué acciones representan la proximidad faltante?, ¿qué imágenes y colores nos atrapan y nos evitan de alguna manera ver la consabida gama de toda pantalla? ¿Cómo usar el streaming, sin que se convierta en un simulacro de chatroom, cine, video o televisión?.....Todavía no lo sé y no lo sabemos. La producción artística está en crisis en su totalidad y en todo el mundo, no sólo en nuestro barrio. El mayor perjudicado aquí es el teatro independiente, no únicamente por la imposibilidad concreta de trabajar, también porque acceder a subvenciones ha sido siempre limitado, frente a la apremiante necesidad los ofrecimientos son pocos y los montos disponibles son lógicamente insuficientes en las condiciones actuales, pero fundamentalmente porque teatro sin público en vivo pierde su elemento detonante más importante y porque un público limitado y distanciado en el espacio tiene una percepción distinta de su entorno y de la trama ( agudizado también por lo desacostumbrado de la situación) y a su vez, aporta un estado de ánimo especial tanto en actores como en espectadores que definitivamente influye en la obra y en la relación directa acción-suceso-espectador que impone un replanteo en la creación escénica. Aquí además, en las últimas décadas, mínimamente por el conservadurismo asérrimo de muches y más que por la estética, sí por la temática estrictamente generacional, la mayoría de los teatristas independientes nuclearon un público mayoritariamente jóven, (puedo asegurar que se trata de un fenómeno muy nuestro). Ese público joven hoy  no tiene y no tendrá en los próximos muchos meses un peso para gastar en extras y será difícil cobrarle una entrada online o presencial capaz de financiar  la sustentación y supervivencia de cualquier producción y menos de un grupo por mínimo que sea. La producción artística está en crisis y en eso, la formación en arte muestra lo deficiente que ha sido hasta hoy,  más concentrada en impartir múltiples técnicas y efectos varios, en lugar de entrenar y aportar la práctica necesaria para llegar a la idea, desarrollarla y plasmarla. Consecuentemente, hasta el momento no ha surgido nada nuevo, sino que simple y empecinadamente se intenta mantener con la forma que sea lo planeado antes del Corona, poniendo en riesgo el porvenir del teatro y a los artistas y técnicos independientes que lo hacen, (el teatro estatal y el comercial siempre dispondrá de un dinero y podrá encontrar o fabricarse una salida). ¿Entonces?... Bueno, qué se yo, a lo sumo, por ahora todo esto se podría interpretar como una referencia a nuestra forma neo-existencialista...


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