viernes, 9 de noviembre de 2018

NIEBLA (drama nativo) de Nelson Mallach en el TACEC


La obra siempre lleva en sí el reflejo del artista que la crea. Por lo general les artistas de teatro independiente, en el mayor de los casos por legítimas razones de supervivencia más que por mejores condiciones para la creación, aspiran a llegar a un teatro estatal y cuando eso ocurre, lamentablemente olvidan la fuerza creativa que los llevó hasta allí traicionando su propia raíz, con el resultado de convertirse en un híbrido de su propio producto, tratando de imitar y continuar aquello que entienden les garantizará pertenecer al mundo de la financiación que miraban del otro lado de la vidriera. El teatro independiente es un arte en sí mismo con características propias. Tan potente como ignorado por medios e instituciones oficiales. Nelson Mallach permanece fiel a su convicción y su trayectoria, resiste y su resistencia conmueve tanto como su obra. 
"Niebla, drama nativo", es la pieza escénica de su autoría que llega al teatro estatal luego de dos años de intenso trabajo, ganando el Concurso TACEC 2018, una convocatoria para pensar la obra del artista Carlos Servat a través de la cual, Nelson Mallach, va mucho más allá de referir hechos pasados; en verdad lo que hace es relatarnos a nosotres mismes, nuestras miserias, nuestros miedos y nuestras tragedias desde la historia del peronismo en lo que va de 1955 a 1973; sin didactismos, sin idealizaciones, sin panfletismo, desarmando el cliché moderno de contar justamente esa historia "tan temida" y con ello nos perturba e intranquiliza, nos hace estallar en carcajadas tanto como emocionarnos profundamente en cuestión de segundos. Mallach elige con la precisión de un antiguo relojero qué contar y cómo contarlo y ejerce su fuerza inventiva desde la argumentación atemporal del contrario, de la derecha opositora, con recursos teatrales simples a la vez que insuperables.
A una impecable dirección escénica que permite a les actores expresarse en todo su clarísimo potencial alcanzando un excelente nivel homogéneo (y esto no alude únicamente a la innegable sapiencia y oficio artístico de Mallach, sino también a su ideología), se suma la elección de tres artistas de baja estatura para conformar el elenco, una opción que le permite ahondar dramáticamente en las figuras seleccionadas, y son estes actores quienes con un desempeño descomunal y admirable desarrollan la trama,  siendo capaces de pingpongnear magistral e
ininterrumpidamente  entre roles y géneros escénicos y profundizar a su vez en la obra de Servat y la fragilidad de los cuerpos que atraviesan la historia, así como los acontecimientos que ellos mismos provocan para cargarlos luego sobre sus espaldas. Desde la platea, nos divertimos, nos enternecemos, nos entusiasmamos, nos conmovemos y sentimos el peso.
Al igual que Mallach, sin deslumbrarse por el equipamiento y todo lo que pueda ofrecer un teatro oficial, clara en su objetivo, María Oswald concibió bajo su batuta, un espacio leal al teatro y no sólo el independiente, en el que dos únicos objetos ofician de escalerillas de avión, escalinata de casa presidencial, cárcel, alberge de caniches y tobogán para arrojar indeseables sin que se deterioren estética o simbólicamente en sus diferentes acepciones. Una cabeza de Evita, "la innombrable", rodeada de pedazos de cuerpos descuartizados, oficia constante y a pesar de todes quienes la habitan, enarbolan, ignoran o invaden, de palco y escenario, tácitamente presente siempre, para portar  los accidentes, los incidentes, las  circunstancias y los hechos. Suyo también es el vestuario, que con idéntico criterio logra el balance perfecto que posibilita saltar de la caricatura a la profundidad dramática más intensa.
La composición de Juan Pablo Pettoruti deambula entre el rumor presagiante de una tempestad, un terremoto, el murmullo, el alma de la niebla y la lejanía de una muchedumbre en avance. Imposible analizarla de otra manera, funciona tan bien que la incorporé como emoción.
Niebla.
Casi dos horas de vivencia pura.  El final llega al borde mismo del efectismo sin caerse. Consecuente. Tan consecuente como este equipo de trabajo y esta propuesta y tan consecuente como la decisión de Nelson Mallach quien pudiendo optar por cambios de escena a cargo del personal del teatro, decidió llevarlos adelante él mismo junto a María Ibarlín, recordándonos de dónde vienen con una tarea que habrán hecho miles de veces y dándole con eso una presencia y un rol implícitos al trabajador y a los trabajadores. Lo repito, la obra siempre lleva en sí el reflejo del artista que la crea. Bravo a todes!



Mañana sábado 10 y domingo 11, 20 hs, dos últimas funciones en el TACEC (Teatro Argentino de La Plata)

Elenco:
Rosario Alfaro, Blas Arrese Igor y Julieta Ranno
Músicos Intérpretes:
Santiago Épele en bajo
Federico
Jaureguiberry en saxo
Sebsatián Piatti en percusión
Composición y Dirección Musical:
Juan Pablo Pettoruti
Diseño de Escenografía y Vestuario: María Oswald
Diseño de Luces: Federico Genoves
Pintura de Fondo "Multitud Peronista": Carlos Servat
Asistente de Dirección: María Ibarlín
Dramaturgia y Dirección General: Nelson Mallach













jueves, 8 de noviembre de 2018

COSAS COMO SI NUNCA de Beatriz Catani

"Jauja" de Lisandro Alonso (2014)     



"Cosas como si nunca" es teatro como si leído, con cine y música en vivo producido para el Teatro Nacional Cervantes. Veo la función en el TACEC del Teatro Argentino de La Plata.
Con como si leído me refiero a que les actores portando innecesarios micrófonos inalámbricos (al menos en el TACEC) y texto en mano, hacen como si leyesen, monótonamente, en un pathos sacralizado, regular y prácticamente estático, sin que llegue a abrazarnos esto como propuesta artística; situades elles a la izquierda de una pantalla en la que se proyecta una filmación que en estética, metatexto y tiempos (no así en reconstrucción de época), me recuerda mucho a la película "Jauja" de Lisandro Alonso (puede verse completa en YouTube), a la que se suman esporádicamente una poliglotía sonora de traductor google y algunos subtitulados no siempre perentorios.  Desde el programa de mano, Beatriz Catani pregunta y se pregunta mucho y muchas cosas que no quedan resueltas en la puesta, desde la que ni siquiera formula la reiteración de esos interrogantes. No hay dirección de actores. Tampoco humor cuando en una única escena cercana a la payada, intenta despegarse de la pesadez provocada a través de la uniformidad del artificio de la lectura, en una acción que resulta propia del cliché del teatro para niños. Punto, no más.
La originalidad no es una cualidad específica y posiblemente se base en un malentendido moderno: uno que se consume a sí mismo constantemente e imposible de eludir porque la libertad y a consecuencia la libertad creativa no existen y nadie escapa a lo que tiene aprendido y/o visto consciente e inconscientemente y menos posible todavía es lograr anular el deseo personal respecto de esa originalidad y del éxito que en no pocos casos se deduce excesivo. En teatro todo medio es legítimo y válido, pero no todo mezclado a un mismo tiempo (algo que también ocurrió en su puesta de "El viento que arrasa"). En la actualidad, el consenso de la singularidad se traduce generalmente en un acto compulsivo y obligatorio de cambio persistente y se condensa como una destreza cultural implantada, absolutamente importante para la moda o para la publicidad, siempre orientadas al triunfo. La indiferencia y la autocomplacencia creativa desdibujan en nuestros días la diferencia entre particular e inédito. Quizás la originalidad esté más ligada al largo proceso de la invención que a la ocurrencia de la idea. En todo proceso creativo, hay que despejar y dejar mucho a un lado para  luego, a veces, hacer el registro de origen y peculiaridad. La búsqueda y el encontrar nuevas formas de manifestación y expresión son invariablemente un motor en el arte y dan como resultado que la originalidad es un método y no un acontecimiento o una ocurrencia. Independientemente de lo que ya se está realizando en arte y por ende en el ámbito performativo con las iniciativas de "recreación",  "resignificación", "homenaje" o "tributo" tan frecuentes en nuestro país, pero que internacionalmente son denominadas Appropriation-Art (y no hace falta aclarar el término) , une tiene el indicio o más bien la corazonada de que los conceptos occidentales de individualidad y originalidad se han venido abajo. El status de originalidad, junto a la idea del inconfundible original, ya fue deconstruído desde el famoso ensayo de Walter Benjamin. Quizás actualmente estamos experimentando la aceleración final de este cambio, apresurado además por la imposición de opinión de las redes sociales y los medios, en especial de los hegemónicos, que lejos de aportar al pensamiento crítico y al análisis de la obra del artista sólo confunden, precisamente para exigirnos el criterio que nos debe interesar e imposibilitar entre otras cosas ese pensamiento.  

"Cosas como si nunca" de Beatriz Catani   


Elenco:
Gabriela Ditisheim, Trinidad Falco, Juan Manuel Unzaga
Músico en escena: Ramiro Mansilla Pons
Sonido en vivo: Agustín Salzano
Voz en off: Beatriz Catani
Producción: Marcelo Dorto
Asistencia de dirección: Matías López Stordeur
Coordinación técnica de gira: Martín Lavini
Realización Audiovisual:
Nahuel Lahorca
Diseño sonoro: Agustín Salzano
Música: Ramiro Mansilla Pons
Iluminación: Leandro Rodríguez (Miembro de ADEA)
Vestuario: Gonzalo Giacchino
Escenografía: Andrea Desojo, Inés Raimondi
Dramaturgia y dirección: Beatriz Catani