jueves, 20 de febrero de 2020

"A MENUDO; UNO ENCUENTRA MÁS DE LO QUE CREE QUE PUEDE ENCONTRAR" Pierre Corneille


La contemporaneidad de lo que se cuenta en escena no depende del lugar, la arquitectura o el tipo de escenario o superficie de acción;  ni siquiera del texto,  gesto o movimiento sino de qué, cómo y desde qué estética es que se cuenta lo que se cuenta, es decir, del relato y la imágen escénica a través de las cuales ocurre un suceso teatral o se desarrolla un tema performático y ambas manifestaciones obviamente tampoco dependen en calidad escénica de los efectos, la técnica o las didascalias, ya Eurípides* no necesitó ninguna. A pesar de haber experimentado enormes cambios en los últimos 40 años (porque el mundo también lo ha hecho), el teatro se ve asimismo afectado porque el público tiene hoy diferentes necesidades culturales y una comprensión diferente del tiempo libre. Ir al teatro diez veces por temporada es una rareza, me refiero al público “independiente” y no sólo por el costo, (aunque muchos del palo tampoco tienen interés en mirar más allá del ombligo, lástima). Actualmente, el uniformamiento y la tendencia de moda de la concepción espacial tampoco le es favorable. Cuando las imágenes son el factor más importante y la energía central en el escenario del teatro, algo está mal.
Cualquiera de nosotros voluntaria o involuntariamente, conciente e inconcientemente absorve miles de imágenes mediáticas y publicitarias a diario que hacen que en la escena contemporánea ilustrar o reproducir arquitecturas, paisajes u objetos imitando lugares o materiales  nos obstaculicen y hasta direccionen la emoción y el contacto con la obra, porque salvo que se trate de un realismo cinematográfico o una propuesta única, precisa y determinada, nuestra  imagen y percepción del mundo es otra. La escena dramática y sus espacios de acción así como cada obra, son otro mundo siempre diferente al que vivimos; al nuestro ya lo conocemos, no hace falta multiplicarlo, ni reproducirlo. El arte y luego la teoría de ese arte se generan en la creación, no en el calco y no en la cita literaria. La escena dramática de nuestros días sólo adquiere fuerza y nos transporta a un cosmos que nos permite nuestra libertad e individualidad si nos ofrece la posibilidad de urgar en nuestro interior y nos posibilita transitar aquellos espacios que ignoramos y todavía mejor, en los que aún no hemos ingresado. También está esa mantra hoy ya caduca pero memorizada por generaciones de la bendita “cuarta pared” que de una vez por todas debiera ser traspasada por la trama, transformándola en un espejo y no por la arquitectura real, pero eso ya está claro en la desfasada denominación: “escenografía”, que no alude a otra cosa que a la ya inexistente gráfica de escena y por lo tanto a la ilustración. Cuando contamos algo en escena no hace falta reiterarlo didácticamente. Si hablamos por ejemplo de alguien engañade por su pareja, sería muy plano y de vuelo rasante que le engañade se viese terrible, dejade y desaliñade, eso sería lo obvio. Lo interesante radicaría en que se viese mejor y fuese mucho más inteligente que le amante en todo sentido, porque además nos ayudaría a narrar la equivocación, el egocentrismo, la soledad o la desesperación de quien engaña. Nuestro entorno diario y privado no tiene maquillajes ni procesamientos de algún programa de computación y esa estética es justamente en la que hoy excursionan e incursionan nuestras emociones. El lugar de acción dramática debe poder relatarnos el mundo en el que la historia tendrá lugar, pero otro mundo, no el nuestro, un mundo en sí mismo y no el artificio del que conocemos; y a su vez debe llevarnos al límite entre escena y mundo, sin falsas esperanzas. El campo dramático es al mismo tiempo una imagen y la imágen es superficie, igual que una hoja de papel sobre la que existen y se desplazan letras, notas y dibujos que crean espacios, invisibles los más y convocan al espectador a dar una mirada en su propia reverberación. La frontera entre la escena y el espectador sólo está delimitada por el transcurso de la acción y del tiempo. De esta manera, la acción es la única capaz de transitar, traspasar y derrumbar esa frontera. Este fenómeno, es decir, el lugar escénico como superficie que nos espeja emocionalmente, es el que posibilita sacar a la luz el espacio del pensamiento, no sólo el nuestro, (el de los hacedores), sino el del espectador…¿Qué aportan por ejemplo las siempre presentes proyecciones y el cine en el teatro, dos posibilidades mayormente utilizadas como un conocido elemento escénico y no como lo que son ? Se pueden hacer, claro, pero no para suplantar un telón de fondo, no mezclándolas con elementos tridimensionales en el área de acción que sólo compiten desarmándolas o convirtiéndolas en un mega screen sin opciones, (dejemos de ver televisión) y menos para llenar un vacío creativo. Debe haber una necesidad en la obra. La Divina Comedia*, por ejemplo, cuando dos personas  como Dante y Beatrice vuelan por el espacio, esa es una posibilidad. Un cierto vacío es invariablemente más tranquilizador, incluso si te encontrás en él, porque es el contramundo de la multitud, en la multitud vivimos a diario. Después de todo, un submarino no está diseñado sólo para la forma sino que hay condiciones precisas para su construcción, y entonces son esas condiciones las que crean la forma y no a la inversa. El teatro, sin embargo tiende a hacerse inescrutable: Un velo por aquí, un video por allá, un poco de niebla... Puro voluntarismo....
Menos es más, una pared negra es suficiente para que les actores delante de ella parezcan increíblemente vívides y adquieran una plasticidad inigualable…  una idea que no es otra cosa que la misma que se aplicaba en la pintura medioeval,…  repensar el historicismo en lugar de reproducirlo.  Ilustraciones del siglo XVII muestran que Racine* y Corneille*,por ejemplo (y como tantos otros), fueron estrenados e interpretados con trajes que les eran propios a su época, pero es muy difícil imaginar esto hoy en día. Tampoco funcionaría poner a los personajes actuales en esos trajes y si tuviera que ser así, sería que las obras hoy ya no son lo suficientemente buenas y en esto la ópera no sale intacta, porque la mayoría de ellas (muchas musicalmente fantásticas), argumentativamente ya no tienen la menor corrección política, con barbaridades fundamentalmente respecto del género entre otras delikatessen que a conciencia, imposibilitarían ser representadas. Por otra parte la adicción a las reposiciones frecuentes fundamentalmente en este género, muy redituables para los teatros estatales como para les hacedores, van contra la idea de arte y creación. A veces tengo problemas incluso con trabajos de tres años de antigûedad. Une está rápidamente en otro lugar o ha resuelto las cosas mientras tanto… No se trata únicamente de reducir, no es una cuestión dietética o minimalista, sólo hay que tomar las cosas que la puesta  requiere. Es como la buena arquitectura: ¿cuántos materiales tiene la fachada de una casa? Dos es bueno, uno es mejor. Les actores deben tener más efecto con un escenario que sin él, de lo contrario ningún espacio tiene sentido. Si el espacio escénico pudiera encontrar una forma con más intelectualidad y sensualidad en lugar de los consuelos didácticos de la decoración y el efecto. . .Sostener la pretensiosa idea de que el espacio escénico es el lugar donde se fusionan todas las manifestaciones del arte, desentendiéndose así no sólo de esas manifestaciones del arte (fuera de lo autorreferencial de considerar que une sabe moverse en todas ellas), significa únicamente desentenderse del propio carácter de la escena. Lamentablemente y a consecuencia de ello, presenciamos con frecuencia, que algunes creadores de espacios escénicos y directores de escena (que son quienes en definitiva aprueban el dispositivo o no) siguen creyendo que el lugar de la acción debe estar atestado de objetos, utilería, proyecciones o propuestas y deba modificarse permanentemente, cambiando elementos de lugar, haciéndolos aparecer o desaparecer, proyectándoles encima, arriba, atrás o al costado y hasta iluminándolos de tantos colores como sea posible sin atender los requerimientos de la escena en sí. Muy pocas puestas soportan semejante despliegue, les actores menos que menos. Evidentemente, si uno se esmera en demostrar esa fusión de las expresiones del arte, la acción, les actores, la música y el público terminan sobrando. Este exceso que en muchos casos no sólo pretende presentar lo aprendido sino más bien diría desdibujar la falta de ideas, ignora la creación de un mundo posible para la obra.
Creo que muchas propuestas y buenos espacios deberían  funcionar también al aire libre. Con la luz del día. Pero estamos tan adiestrades y acotumbrades a hacerlo en interiores oscuros y nocturnos que ni se nos ocurre. Tío Vania o  La Gaviota de Tschechow * podrían instalarse al aire libre y tendrían que funcionar inmediatamente. La decoración en el teatro suele ser una excusa. Cuando una persona habla con otra persona, no sé por qué hay que abusar del ambiente, el sonido o la luz que hay alrededor. Tampoco hay que olvidar que ciertas obras pueden aclararse mucho más rápido a través de la vestimenta que a través del espacio. A veces es una decisión más importante lo que llevan puesto les actores que dónde se mueven. Lamentablemente, la crítica no colabora con esto y se limita a calificaciones idiotas tales como “suntuoso”, "lindo",“colorido” o “imaginativo vestuario”, rastros del patriarcado arraigado que asocian la profesión lejos del arte y sólo con la mujer que cose y hace ropita en contraposición a la “escenografía”, históricamente en manos del hombre que construye con sus manos y su fuerza. Hilarante.
En el espacio, hay que moverse  igual que en la navegación o en la medicina: jamás hacer más de lo necesario para que no muera nadie. El espacio pensado para una obra tiene que ser mejor que el escenario o el espacio vacío, porque el escenario o el espacio vacío ya son en sí muy buenos.


Anna Viebrock, espacio y vestuario para Ariadna en Naxos (ópera) de Richard Strauss


Eurípides*, ( entre 480 y 485 AC - 406 A. C. ) es uno de los grandes dramaturgos griegos clásicos.
La Divina comedia* ,es un poema escrito por Dante Alighieri. Se desconoce la fecha exacta en que fue escrito aunque se asegura que el Infierno pudo ser compuesto entre 1304 y 1308, el Purgatorio de 1308 a 1314 y por último, el Paraíso de 1314 a 1321, fecha del fallecimiento del poeta.
Antón Pávlovich Tschechow*, (1860-1904) fue un escritor, novelista y dramaturgo ruso.
Jean Baptiste Racine*, ( 1639 -1699 ) fue uno de los más importantes autores del clasicismo francés. Es considerado por los franceses como su mayor dramático junto o incluso mayor que Pierre Corneille.
Pierre Corneille, (1606-1684) fue un autor francés que se dedicó principalmente al teatro. “A menudo uno encuentra más de lo que uno cree que puede encontrar.” Frase de “El Mentiroso”, obra de teatro, (1644).
Richard Georg Strauss * (1864-1949) fue un compositor alemán de finales del siglo XIX. y principios del siglo XX.
Anna Viebrock*, diseñadora de espacio, vestuarista y directora de escena alemana. https://annaviebrock.de/

martes, 18 de febrero de 2020

"EL MUNDO ENTERO ES UN ESCENARIO..." William Shakespeare


El teatro estatal está en crisis, pero no  únicamente por la situación de nuestro país ni el vaciamiento de los últimos cuatro años; la gigantezca disminución de la financiación pública de los teatros oficiales no es propia del panorama  nacional sino una tendencia mundial  y no puede considerarse una casualidad. Enormes recortes presupuestarios y cierres de salas en varios países  indican que para los gobiernos, la escena ha dejado de cumplir una función importante, un tema muy extenso y complejo (más con nuestra nepótica idiosincracia) a lo que no me voy a referir por el momento. Pese a subsistir con este viento en contra, la escena además no puede competir con museos, cines o recitales y menos que menos con videojuegos y demás. Tampoco debiera hacerlo. 
Arrastramos el viento en contra desde larga data, en realidad, todo se origina en una construcción político-ideológica del siglo XlX y somos educades y adiestrades tanto política, institucional como mediáticamente para continuar sosteniendo ese sistema de doscientos años de antigûedad. 
El siglo XIX,  fue en Europa una época de museos nacionales y de arte nacional e histórico, de majestuosas salas de ópera, ballet y conciertos convirtiendo al arte en un muestrario de supremacía política, intelectual y cultural por sobre el resto del mundo y en un evento social de las clases pudientes y dominantes. Copiamos su arquitectura, imitamos su elite y seguimos el rito, imperturbables, con todo lo que eso implica política e ideológicamente sin atender la mera contradicción. ¿Quién no tiene amigues o conoce a alguien que adore ver salones de castillos pintados con realismo escénico , lindos vestuarios, candelabros de cartapesta o que se viste de gala para ir a un estreno, o que se pone frac o smoking para deambular entre corcheas o que se deleita con el tuteo en los clásicos?  No tengo nada en contra de los gustos personales de nadie, tampoco tengo algo frente al uso de técnicas escénicas tradicionales si eso suma al contenido dramático de la propuesta, pero sí tengo una postura ideológica respecto de esto y de les “albaceas” que están convencides de respetar y hacer respetar fielmente la supuesta voluntad de compositores y dramaturgues, muches de les cuales fueron prohibides en su momento; o sus obras debieron esperar años para poder ser estrenadas sin escandalizar demasiado  y muches también, no importándoles dónde situaban el argumento (Grecia antigua, Egipto a.C., Turquía, etc. ), siempre lo llevaron a escena en la estética y uso de su propia época como atestiguan los registros; o les que creen lo mismo sobre una infundada “elevación” y pureza del teatro clásico y hablan como en España sea cual fuere la nacionalidad del dramaturgue?. Entonces, ¿qué es lo que quieren conservar insistiendo en las reconstrucciones de época de aquelles compositores o dramaturgues, cuando le pasan por encima a sus ideas de adaptar los argumentos a su propia época?; ¿qué pureza y elevación intelectual representa actuar los clásicos en el idioma del querido rey, ratificando con ello una sumisión colonial y una diferencia social y pensante aberrantes?  ¿Qué es lo que no entienden estar preservando? ¿Por qué eses compositores o dramaturgues podían contemporaneizar su obra y nosotres no? ... Evidentemente, la cuestión no es artística sino política e ideológica.


Ópera Estatal de Viena, inaugurada en mayo de 1869 con el estreno de Don Giovanni de Mozart. https://www.wiener-staatsoper.at/


En el siglo XX, una denominada vanguardia internacional contra las viejas posturas      nacionalistas del siglo XIX, tomó como inspiración al arte clasificado como primitivo por sus antecesores aunque más por  simple oposición y también por moda que por propio convencimiento. Detrás de este movimiento, estaba la modernidad hegemónica que declaraba su concepto como universal, pero no por ello menos colonial. Ahora, en el siglo XXI, el arte aspira a una contemporaneidad global, sin fronteras y sin historia. El arte contemporáneo existe justamente en contraposición al arte moderno porque no sólo es diferente de éste en temática y estética, sino porque se opone a la idea de arte con la que Europa musealizó las épocas coloniales, museos donde muchos de los derechos de propiedad y herencia de las obras que se exponen, aún hoy están en discusión. Es más, el arte que ha sido creado en los últimos 60 años, ni siquiera está bien representado en los museos y teatros justamente porque la  idea de museo o teatro ya no lo representa ni contiene, independientemente que les “albaceas” de lo tradicional tampoco quieran ver nada contemporáneo en “sus” espacios. Cuando Heiner Goebbels* puso en escena la obra “Die Materie” del compositor Louis Andriessen* en la Sala Alberto Ginastera* del Teatro Argentino de La Plata, tuvo muy poca convocatoria y muches atribuyeron la causa  argumentando que la sala lírica no es para “eso” (una obra maravillosa que estrenó a sala llena y con enorme éxito en una sala lírica en Alemania), que siendo “tan” contemporánea, dijeron, hubiese debido tener lugar en el TACEC*,… he aquí un ejemplo que representa otro gran problema a tener en cuenta y que reafirma para qué fueron construídos esos espacios, como la intensión obtusa de “les albaceas” (“a guardar, a guardar, cada cosa en su lugar”, me decían en el jardín de infantes…). Obviamente no sería inteligente ni correcto “talibanear” la fantástica arquitectura que atesoramos, pero sí deberíamos reflexionar sobre su implicancia ya que las políticas culturales y la educación como primer peldaño en la larga escalera que estamos obligades a ascender durante nuestra formación sólo cumplen la función de educarnos y adiestrarnos para el sostenimiento en el tiempo de esta herencia remota, algo que naturalmente influye en la creación porque lo hace fundamentalmente en el pensamiento. Por otra parte, la mano de ciertos funcionarios ineptos para el área y deseosos de rédito inmediato siempre coopera empeorando la posición. A principios de 1601, el Conde de Essex, según la historia un desplazado, desmedidamente ambicioso y por lo tanto corrupto, pidió a William Shakespeare ser parte del negocio de su compañía de teatro que desde la inauguración del Globe Theatre / Teatro Mundo* (no Globo), atraía enorme cantidad de público no sólo londinense y para eso, puso como condición que  por una única vez representaran “Ricardo II”, actuando la escena que por considerarla violenta y peligrosa el censor de la época había prohibido imprimir ( cuando Ricardo y su primo se disputan la corona) y que esa función debía tener lugar exactamente el sábado 7 de febrero y no otro día. El por qué se supo el domingo 8, cuando el Conde, creyendo que luego de la representación podría contar con suficiente comprensión popular y sabiendo que les súbditos ya no creían ni apoyaban a la Reina Isabel, intentó arrebatarle la corona. Como sabemos, la gente no lo siguió, el plan fracasó y fue decapitado. Por órden de Isabel, todes les actores fueron interrogades para averiguar sobre su posible complicidad y el registro de esos interrogatorios está hoy en el Archivo Nacional de Londres. Todes declararon haber aceptado poner en escena la obra porque el Conde les pagó 14 chelines más de lo que normalmente era convenido y fueron liberades de culpa y cargo…
 Muches creadores de teatro intentan actualmente demostrar a su público que tienen los pies en la realidad, ignorando la potencia de la escena de ser una realidad en sí misma. Muches que llegan al teatro oficial desde el teatro independiente pierden allí, en los escenarios a la italiana, su fuerza original y aburguesan sus propuestas . Por lo general, algunes utilizan pero ignoran estos espacios arquitectónicos sin descifrar su caudal, otres  (por desconocer cómo hacerlo) optan por servirlos de la manera tradicional e ilustrativa aprendida a través de docentes y profesores que jamás trabajaron en ellos y sólo se atienen a transmitir las fórmulas estudiadas sin la menor cavilación y finalmente todes se omnubilan por el despliegue de técnica a disposición, exagerando su aporte artístico y su necesidad. Hablan de los medios, las redes, la historia nacional, el racismo, el capitalismo, la dictadura, el feminismo, la violencia, el género, los peligros cibernéticos, los ambientales, en fin, pero todo con mucha tintura de moda. Miro todo eso y me pregunto: ¿es posible que el teatro haya perdido totalmente su independencia? La política estatal exige que el teatro sea estrepitoso al tiempo que socialmente  moderado y confortable (ningún funcionario quiere escándalos),  y la crítica exige que el teatro sea crítico y contemporáneo sin dejar de ser bastante clásico para deleite de les “albaceas”,  resultando un teatro nerd en el que se reproduce el consenso de lo que los medios y los discursos públicos perciben como urgente, vital, real, esencial y naturalmente “revolucionario”...Un teatro en el que uno nunca busca, pero siempre  encuentra. Un teatro que no produce sobras, ni excedentes. No da nada, no abre nada y ya lo sabe todo por sí mismo. ¿Acaso el teatro no se trata de una realidad en sí misma que “se opone a la supuesta realidad y crea la ficción de un mundo que funciona de manera diferente"; como afirma Nicolas Bourriaud*, “creando superficies de fricción estética que se dislocan, perturban e irritan”?... En lugar de abrir posibilidades de conexión y reflexión en un presente altamente complejo, pareciera que se trata principalmente de prevenir posibles malentendidos, de hacer todo “correcto” y ganar los 14 chelines extra.


“Die Materie”, Peter Rundel-Heiner Goebbels-Klaus Grünberg. Ruhrtriennale 2014




TACEC*, Teatro Argentino Centro de Experimentación y Creación, creado por el compositor Martín Bauer en 2009 en el Teatro Argentino de La Plata durante la gestión Iglesias/Lombardero.

William Shakespeare*  (1564-1616), dramaturgo, poeta y actor inglés.
Globe Theatre /Teatro Mundo*, Globe Theatre es el nombre del teatro isabelino en la orilla sur del Támesis en Londres, que ocupa un lugar importante en la historia del teatro gracias a las representaciones de las obras de William Shakespeare. Fue construido en 1599 y en el siglo XX,reconstruido en el lugar original. “El mundo entero es un escenario y todos los hombres y mujeres son meros actores, aparecen y desaparecen”. Cita de "Como gusten"W. Shakespeare, que estaba a la entrada del Globe Theatre.
Heiner Goebbels *(1952) es compositor, director de música y de escena alemán. https://www.heinergoebbels.com/
Louis Andriessen *( 1939),  es un compositor neerlandés de música. http://louisandriessen.blogspot.com/
Alberto Evaristo Ginastera* (1916- 1983) fue un compositor argentino.
Nicolas Bourriaud *( 1965) es curador, historiador y crítico de arte, especializado en arte contemporáneo. https://www.galerienicolasbourriaud.com/


sábado, 15 de febrero de 2020

“El ARTE ES HERMOSO, PERO DA MUCHO TRABAJO”. Karl Valentin*


Hoy el arte radica en la idea y el contenido, pero ¿cuál?, ¿cómo?...¿qué idea? Desde la ocurrencia inicial que nadie puede preveer ni tiene concreta al principio  (incluso sabiendo a dónde quiere ir o qué quiere investigar), hasta a dónde y cómo llegará, hay un largo camino. En otras palabras, la génesis de la obra de arte, el proceso, la travesía, el desarrollo, todo lo cual parece apuntar a un continuo más que a una antinomia. Los eslabones finales de este proceso, (que une piensa que es continuo más bien por conveniencia mental), como una idea y su finalización están íntimamente ligados. Hoy en día lamentablemente, todes tenemos prejuicios varios respecto del boceto y desaprovechamos lo ingeniosamente fragmentario, espontáneo e intuitivo de él, un plano de ruta que a veces supera a la obra. La escena, dada la acción en vivo, descolla con métodos múltiples, singulares y muy legítimos de creación pero algunes los adoptan no en función del propósito sino por moda. El  “work in progress” es uno de ellos. Es una pena que no siempre se considere como bosquejo,  prueba o como búsqueda de un aporte externo hacia un cierre (por lo general, falta el debate posterior de quien dirige -sin les actores-con el público para concluir su sentido), sino como una vía para exposición sin demasiadas  responsabilidades profesionales, malgastando con esto una herramienta de trabajo que en sí es interesante y desestimando su potente calidad de croquis. Nada nuevo, frecuentemente encontramos los bocetos de   los antiguos maestros mucho más convocantes, vivos y actualizados que sus pinturas finales. Otros “work in progress” exhibidos, padecen del exitismo surgido una vez presentados y se estancan, un riesgo nada infrecuente con el que hay que estar alertas. De alguna manera, las últimas expresiones del arte  informal y de la pintura de acción, por ejemplo, son la negación, la disolución de la vieja idea del contraste y la terminación. Otro recurso no siempre feliz,  es el armado de una obra por medio de la improvisación, porque si quien dirige el proyecto no tiene la menor representación de lo que se propone o la tiene muy vaga, sólo se está valiendo de lo que interpretan  terceros acerca de su propuesta temática para  luego collagear algo que por lo general no le pertenece y concluye en bodrio ( al tiempo que lo que el artista quería, si es que quería algo más que intentar suerte o casualidad, deja de tener relevancia).  En el acto voluntario de hacer coincidir las imágenes, el impulso y la ejecución, la idea y la realización, surgen unos manotazos de ahogado… ¡magia!, aquí apareció algo, dejémosnos llevar, apañándose en el entusiasmo interno del equipo que nunca tiene que ver con el de quien observa...Error garrafal además, porque el relato escénico es una secuencia, coherente en sí, temporal y hacia un punto final y ni siquiera la performance es un sumatorio arbitrario de acciones o imaginación. Tal vez pronto arrivemos al punto en que los pesos se desplacen, o se ponga de moda que nos volvamos receptivos a la categoría de creación, a sus virtudes anticuadas de paciencia y trabajo, a lo que parece pedante y representa sólo la otra cara del “genio”, salvo que sólo nos interese la vacía instantaneidad fb del calificativo personal. La búsqueda de la perfección es el proceso más natural del mundo. Todes hacemos lo que hacemos lo mejor posible y no se nos puede culpar si no podemos hacer más, lo que a menudo es una historia de aflicción y no sólo una tragedia artística porque la fuerza no es suficiente para alcanzar la meta o siquiera para tener una, pero a veces la meta es un error y un fracaso en sí. Si el puntapié inicial es malo, podemos “decorarlo” como queramos, con efectos múltiples, música y en la medida de nuestras posibilidades con tecnología, que nada logrará que se convierta en obra.  Durante el proceso de trabajo suelen aparecer cosas que une no esperaba y son verdaderos hallazgos, claro, pero no aparecen ni por ósmosis ni por generación espontánea, sólo se manifiestan si une está concentrade en una dirección y con una finalidad predeterminada. Henri Alekan*, artista francés iluminador de la película “La Bella y la Bestia” de Jean Cocteau*, con quien estudié en Nancy (Francia), nos contó en clase que cuando estaba filmando la escena en que la bestia se acerca a la casa y aparece ese efecto tan recordado en el cual sólo se ve la sombra de la bestia sobre la puerta; ocurrió entonces que alguien del equipo chocó contra el trípode que sostenía al spot e instantáneamente antes de que el aparato cayese y arruinase definitivamente la escena tuvo un flash de posibilidades y de un manotazo lo contuvo continuando lentamente el movimiento de la caída, obteniendo así uno de los tantos efectos que resultaron absolutamente innovadores en el cine de la época, en el que la sombra de la bestia va creciendo amenazante sobre el portón de madera.  
A no ser que tendiésemos al masoquismo, obviamente todo lo que hacemos tiene que ver con nuestro interés personal, con nuestra vida y con aquello que nos conmueve de alguna manera, sea la que sea. En escena si bien lo que relatamos está íntimamente relacionado y conducido por nuestra experiencia y nuestras emociones, tiene que trascender más allá de lo privado, es únicamente ahí donde se localiza la idea artística sin excepción. Con trascender me refiero no sólo a ir más allá de lo íntimo y subjetivo  sino a pensar acabadamente y lograr que nuestra proposición traspase también un estilo, un uso, una generación determinada y una tendencia, caso contrario, sólo la condenamos al tiempo de un fósforo encendido, independientemente de que el teatro sea netamente efímero a contrapelo de toda documentación. Desafortunadamente en esto también hemos creado nuestras “grietas” sumando diferentes denominaciones para aludir a distintas estéticas, formas y propuestas; denominaciones que por lo general sólo refieren a la limitación creativa y al desconocimiento de la profesión, ufanados permanentemente en darle a todo una aplicación, una utilidad y un marco académico y/o cientificista, especialmente cuando somos nosotres mismes les que no confiamos realmente en eso que producimos y secreta e inconcientemente no lo consideramos como una ocupación “seria”. Así llegamos a hablar de teatro político o de política y teatro o arte y política, cuando en lo personal desconozco que exista algo que no sea político; teatro físico como si hubiese la contingencia de lo intangible, teatro gestual como si el resto fuese ejecutado por momias,  etc., etc., etc., hasta teatro heteronorma y otras distracciones con un hondo dejo de (auto)discriminación oculta, mientras nos regocijamos autorreferencialmente en la corrección política coyuntural.
La idea a veces viene de la intuición, una impresión visual aleatoria, o de la literatura, de la memoria, de un informe, de un recuerdo o de una chispa de reflexión. Las variantes son infinitas y aparecen siempre ineludibles en el primer bosquejo (a no ser que une lo descarte por completo), sólo hay que seguirle el hilo, de eso se trata. El romántico francés Theodore Géricault*, uno de los grandes y uno de los más interesantes pintores de su siglo, leyó un día sobre el hundimiento del “Medusa" en la costa de África occidental. Los sobrevivientes estuvieron a la deriva en el mar durante doce días. El hambre, la sed y la desesperación los llevó a enfrentarse sanguinariamente entre ellos salvándose sólo quince. A Géricault le fascinaron las noticias del desastre. Dibujó  y pensó, y pensó en el Juicio Final de Miguel Ángel* y pintó. En un proceso muy dramático que duró muchos años, bocetó una idea que terminó convirtiéndose en el cuadro gigante del Louvre, de cinco por siete metros.

"La balsa de la Medusa", Óleo sobre lienzo de Théodore Géricault 1819, Museo del Louvre, París, Francia



Karl Valentín* Karl, (1882-1948), de nombre civil Valentin Ludwig Fey, fue un comediante, cantante folclórico, autor y productor de cine alemán. Con su humor influyó en numerosos artistas posteriores, como Bertolt Brecht y Samuel Beckett entre otros.
Henri Alekan*, (1909 -2001) Fue un iluminador francés, (Director de Fotografía). Se convirtió en uno de los más importantes camarógrafos de cine del siglo XX. Filmó junto a Jean Cocteau, William Wyler, Abel Gance, Terence Young y Wim Wenders entre otros.
Jean Cocteau*, (1889 -1963 ) fue un escritor, director de escena/ cine y pintor francés.
Théodore Géricault*, Jean-Louis André Théodore Géricault (1791 -1824 ) fue un pintor, escultor, dibujante y litógrafo francés. Se le considera uno de los más importantes representantes del romanticismo en la pintura francesa.
Miguel Angel*, Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), fue un arquitecto, escultor y pintor italiano renacentista, considerado uno de los más grandes artistas de la historia tanto por sus esculturas como por sus pinturas y obra arquitectónica. "El Juicio Final"; o "El Juicio Universal"; es el mural que realizó al fresco para decorar el ábside de la Capilla Sixtina (Ciudad del Vaticano, Roma).

jueves, 13 de febrero de 2020

“EL MUNDO ES PEQUEÑO, PERO NO SI QUIERES LIMPIARLO”. Barbara Kruger


Cuando inicié este Blog, la intensión era dar mi opinión personal sobre el teatro que veía tanto fuera del país como fundamentalmente en la ciudad de La Plata, donde salvo excepciones como la publicación “El Ojo de la Navaja” de Gustavo Radice y Carolina Donantuoni, no existen propuestas profesionales para difundir la obra de artistas locales y promover el debate necesario que aporte al desarrollo tanto de creadores como del público. Con esto no afirmo que a alguien pueda interesarle sino que me interesa a mí. Y me inclino a hacerlo por este medio dada la fácil accesibilidad que ofrece. El libro tradicional es una forma técnica, que a su vez ha producido una forma literaria. La novela como obra de arte, como fenómeno estético necesita del libro, así como la actuación necesita del teatro. Estoy segure que nada de esto desaparecerá, ni siquiera el libro, sólo que estoy a favor de la gratuidad de esta posibilidad, tanto para mí como para quien quiera leerlo y fuera de eso, ¿qué libro se deja actualizar sin necesidad de una nueva edición?... Los medios nacionales, (los sabemos con poquísimas singularidades), no están interesados en nada que se produzca más allá de  la General Paz, salvo que por relación o compromiso personal y/o político, estén dispuestos a hacer el tedioso viaje a “Macondo”, es decir a donde fuere lejos de la sagrada capital argentina y escribir algo al respecto, (lo que naturalmente resulta siempre influenciado por la obligación). Por costumbre o cansancio, aceptamos sin más que en un país con 45.195.777 habitantes sólo valga la pena lo que se produce en el área metropolitana; esta práctica igual que su aprobación tiene obviamente un profundo contenido ideológico que sostiene la supremacía intelectual y creativa de una “elite” respecto de la totalidad de quienes habitan el país con todo lo que eso implica y que llevamos insertada de manera endovenosa desde que iniciamos la escolaridad, así el poder de la educación. El conocer tanto las producciones capitalinas como las del interior, sus disimilitudes o semejanzas contribuiría no sólo al artífice de la obra y les espectadores, sino a examinar nuestra propia cultura, sus destrezas y sus falencias en favor de nuestra identidad. De todos modos, también lo sabemos, el mercado usa a los medios para marcarnos agenda e influenciarnos "siempre desde CABA" a la hora de decidir qué es lo que queremos ver, pero eso no es crítica sino obvia publicidad. La crítica en sí, despojada de todo interés, es algo que prácticamente ha dejado de existir sobre cualquier manifestación artística. La falta de análisis u opinión y debate, aplanan y estancan rotundamente no sólo a creadores sino también a observadores, con el agravante de promover únicamente aplaudidores o detractores sin que ambas partes puedan obtener aportes a su conocimiento y moldear una mirada propia más productiva respecto de la adulación o el destrozo, (algo tan propio de nuestra cultura nepótica), pero que impiden el desarrollo y el avance.  Así es que he visto varias propuestas pero la mayoría de ellas no me incentivó a comentarlas, sí hicieron que me preguntase dónde estaría la punta del hilo de la madeja en la falta de motivación porque en un idioma tan rico no es posible no encontrar palabras. Respecto de mis aclaraciones anteriores a esta, esta ausencia de estímulo suena a contradicción, aficionada, mezquina, catastrófica pero simplemente fue mi reacción ante el notorio producto  de  sucesivas políticas culturales y educativas que derivan invariablemente en equivocaciones y van mucho más allá y con prelación a la obra en cuestión.
Desde hace una década he estado indagando a muchos docentes, profesores y estudiantes de arte (universitarios los más) que se acercaron a la TAE*, como también a artistas jóvenes argentinos para que definiesen aquello que estudiaban o hacían. La pregunta era aparentemente simple pero la respuesta resultó ser todo lo contrario. ¿Qué es arte?...  
La mayoría acordó que dar una definición sería muy complicado o imposible y hasta incluso que se trataba de algo indefinible y en todo caso llevaron el intento siempre al plano emocional que lejos de lograr una explicación concreta resultó inequívocamente una variante de selfie, meramente autorreferencial. Esto que relato, de ninguna manera expresa una generalización sino exclusivamente mi experiencia personal durante nueve años en Argentina. De todos los interrogantes que  me empecino en intentar resolver en este campo, tres surgen como prioritarios: ¿en qué momento se produce el fenómeno de no saber qué es arte a luego considerarse o considerar a alguien artista?, y en este contexto: ¿cómo es posible producirlo?... por último, ¿que hay acerca de la escena y el hecho teatral en sí? Arte es un concepto y un todo, la escena no puede desentenderse de eso. Aquí, retomo enonces este Blog…
A partir de la obra de Marcel Duchamp*, concluímos que potencialmente todo podría ser arte; desde Joseph Beuys* entendimos que probablemente todos podrían crearlo y finalmente completando esta seguidilla de interpretaciones erróneas, gracias al filósofo Byung Chul Han* nos sacamos de encima el problema y el peso de la originalidad. Lo que todavía complicó más nuestros días creativos en malinterpretaciones, fue el surgimiento de la publicidad moderna y luego el de la  internet con las redes sociales y no sabiendo explicarlo con precisión,  nos desorientó el hecho de que el arte pareciera estar latente en todas partes.
En la actualidad no hay límites. Cuando en los años 60s Daniel Buren*, usó patrones de tiras como una herramienta  para analizar nuestra percepción, el público en su violenta ignorancia manifestó inmediatamente su escandalización calificándolas simplemente de estampados de toldos. Ahora podemos afirmar que nunca antes el arte ha mostrado tanto contenido al mundo como actualmente y eso es en esencia lo que diferencia y define al arte contemporáneo del moderno y postmoderno, aún cuando cada vez más los movimientos se mezclan bastante (incluso de períodos muy remotos). Esa mezcla en aumento significa evidentemente que estamos entrando en un nuevo período, aunque muches creadores no tengan ni la menor idea de que están mezclando.
Desde Platón* aprendimos que el arte siempre ha sido contemporáneo (en el sentido de coetáneo), por el simple hecho de que expresa estética, política y poéticamente el momento de una determinada época y su cultura. Precisamente por eso, la definición del concepto de arte ha cambiado permanentemente acorde al tiempo al que se refiere. El arte moderno e incluso el postmoderno como puente hacia el arte contemporáneo se concentraba en la forma, la composición, la textura, etc., una idea en la que todavía hoy insisten algunas universidades de arte generando con ello la formación de técniques y no de artistas. El arte radica hoy esencialmente en la idea.El arte contemporáneo se define en el contenido y aquello que indaga sobre nuestras sociedades y culturas respecto del mundo actual, pero tal como dijo Oscar Wilde*, “el arte refleja a aquel que lo observa, no a la vida”. Hoy, la era digital requiere un esfuerzo de reflexión por parte de quienes queremos y pretendemos poner nuestros días en imagen y acción y ponerlos como una reevaluación estética del presente.
De todos modos, los avances técnicos rápidos, precisamente por utilizarlos esencialmente bajo las formas que ya conocíamos sin ellos, en lugar de explorar el aporte de sus posibilidades han provocado caos en la búsqueda de imágenes representativas. En su obra  "Feuilleton",  el artista Angel Vergara*, dio una impresión significativa de este trastorno. Montada en un interior, se trata de varias imágenes de medios en una gran pantalla titilante y en blanco y negro sobre las que  una mano está constantemente tratando de captarlas con pintura sobre placas de vidrio superpuestas. Vergara trató de pintar los movimientos sobre ellas y el resultado fueron pinturas abstractas en colores impresionistas. Este intento indefenso de encontrar de algún modo las imágenes del mundo en los medios, corresponde a la tentativa de muches, tanto de les formadores como de les creatives en arte, de buscar sólo en la técnica y el efecto, en lugar de recordar la propia fuerza del arte.
El arte contemporáneo  convirtió al presente en su ideología y se dio un nombre tan absurdo y tan prometedoramente avasallante, que al mismo tiempo resultó una contradicción en sí misma: “arte contemporáneo”. ¿Por qué el arte, producido en un momento dado, no habría sido contemporáneo? Cuando el arte actual se consolidó como movimiento finalizando los 80s, parecía tener todo el tiempo de su lado, pero el mundo en su intrincada velocidad  se le adelantó despiadadamente hasta perdérsele de vista. Para nuestra aceleración cambiante, décadas insistiendo a través de diversos planteamientos con un mismo objetivo resulta una enorme, inmensa cantidad de tiempo propicia al desfasaje y deja sólo a un puñado de artistas ileses con una propuesta auténtica, original y propia dándonos la certeza de encontramos en un período de transición, pero para el resto la desorientación es grande. En esta desesperación y desde hace no muchos años, se ha incorporado al mercado de arte a algunes artistas performátiques considerándoles dignes de ser parte de él; un ámbito en el que sólo convivían artistas plástiques, videastas y fotógrafes. Evidentemente ya no basta con el circular de los observadores frente, encima o alrededor de la obra como único movimiento en un museo, en una galería o en donde fuere. Pero, ¿es sólo eso lo que no basta? Hoy la acción se revela a su vez como potente imagen y la escena no debiera ignorarlo. Habiendo convertido la imprecisión y la pereza casi en un sello propio, la escena nacional se parapeta tras citas de pensadores de moda que rara vez lleva a la práctica y “resignifica” efectos desoyendo causas… En fin, las respuestas siempre son problemáticas porque implican una forma de cierre, pero en un tono polémico, las preguntas también pueden convertirse en respuestas.


Teatro Argentino de La Plata, Sala Ginastera, Ministro de Cultura Alejandro
"Conejo" Gómez /Gestión Martín Bauer (2015-2019). Fotografía: Luciana Demichelis

*Barbara Kruger, artista estadounidense (26.01.1945-New Jersey), considerada pionera del arte conceptual. http://www.barbarakruger.com/
*TAE, Escuela de Arte y Oficios del Teatro Argentino de La Plata: https://latae.com.ar/ ,https://www.facebook.com/TAE.OFICIAL/ @escuelaespaciotae
*Joseph Beuys,  artista alemán que trabajó con varios medios y técnicas como escultura, performance, happenig, video. instalción, y perteneció al grupo fluxus (1921-1986) https://www.deutsche-digitale-bibliothek.de/person/gnd/118510460?lang=en#0
*Byung Chul Han, filósofo, autor y ensayista alemán nacido en Seoul-Corea del Sur en 1959, http://www.byungchulhan.de/index.html 
*Daniel Buren, pintor y escultor francés (25.031938-Boulogne-Billancour/París) se lo considera un representante de la pintura analítica y del arte conceptual. https://www.danielburen.com/
*Platón, filósofo griego (Atenas​ o Egina,​ c. 427-347 a. C.) 
*Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde (*16Octubre de 1854 en Dublín 30. noviembre de 1900 en París) :
* Angel Vergara (1959-Mieres, España), https://www.axel-vervoordt.com/gallery/artists/angel-vergara