sábado, 15 de febrero de 2020

“El ARTE ES HERMOSO, PERO DA MUCHO TRABAJO”. Karl Valentin*


Hoy el arte radica en la idea y el contenido, pero ¿cuál?, ¿cómo?...¿qué idea? Desde la ocurrencia inicial que nadie puede preveer ni tiene concreta al principio  (incluso sabiendo a dónde quiere ir o qué quiere investigar), hasta a dónde y cómo llegará, hay un largo camino. En otras palabras, la génesis de la obra de arte, el proceso, la travesía, el desarrollo, todo lo cual parece apuntar a un continuo más que a una antinomia. Los eslabones finales de este proceso, (que une piensa que es continuo más bien por conveniencia mental), como una idea y su finalización están íntimamente ligados. Hoy en día lamentablemente, todes tenemos prejuicios varios respecto del boceto y desaprovechamos lo ingeniosamente fragmentario, espontáneo e intuitivo de él, un plano de ruta que a veces supera a la obra. La escena, dada la acción en vivo, descolla con métodos múltiples, singulares y muy legítimos de creación pero algunes los adoptan no en función del propósito sino por moda. El  “work in progress” es uno de ellos. Es una pena que no siempre se considere como bosquejo,  prueba o como búsqueda de un aporte externo hacia un cierre (por lo general, falta el debate posterior de quien dirige -sin les actores-con el público para concluir su sentido), sino como una vía para exposición sin demasiadas  responsabilidades profesionales, malgastando con esto una herramienta de trabajo que en sí es interesante y desestimando su potente calidad de croquis. Nada nuevo, frecuentemente encontramos los bocetos de   los antiguos maestros mucho más convocantes, vivos y actualizados que sus pinturas finales. Otros “work in progress” exhibidos, padecen del exitismo surgido una vez presentados y se estancan, un riesgo nada infrecuente con el que hay que estar alertas. De alguna manera, las últimas expresiones del arte  informal y de la pintura de acción, por ejemplo, son la negación, la disolución de la vieja idea del contraste y la terminación. Otro recurso no siempre feliz,  es el armado de una obra por medio de la improvisación, porque si quien dirige el proyecto no tiene la menor representación de lo que se propone o la tiene muy vaga, sólo se está valiendo de lo que interpretan  terceros acerca de su propuesta temática para  luego collagear algo que por lo general no le pertenece y concluye en bodrio ( al tiempo que lo que el artista quería, si es que quería algo más que intentar suerte o casualidad, deja de tener relevancia).  En el acto voluntario de hacer coincidir las imágenes, el impulso y la ejecución, la idea y la realización, surgen unos manotazos de ahogado… ¡magia!, aquí apareció algo, dejémosnos llevar, apañándose en el entusiasmo interno del equipo que nunca tiene que ver con el de quien observa...Error garrafal además, porque el relato escénico es una secuencia, coherente en sí, temporal y hacia un punto final y ni siquiera la performance es un sumatorio arbitrario de acciones o imaginación. Tal vez pronto arrivemos al punto en que los pesos se desplacen, o se ponga de moda que nos volvamos receptivos a la categoría de creación, a sus virtudes anticuadas de paciencia y trabajo, a lo que parece pedante y representa sólo la otra cara del “genio”, salvo que sólo nos interese la vacía instantaneidad fb del calificativo personal. La búsqueda de la perfección es el proceso más natural del mundo. Todes hacemos lo que hacemos lo mejor posible y no se nos puede culpar si no podemos hacer más, lo que a menudo es una historia de aflicción y no sólo una tragedia artística porque la fuerza no es suficiente para alcanzar la meta o siquiera para tener una, pero a veces la meta es un error y un fracaso en sí. Si el puntapié inicial es malo, podemos “decorarlo” como queramos, con efectos múltiples, música y en la medida de nuestras posibilidades con tecnología, que nada logrará que se convierta en obra.  Durante el proceso de trabajo suelen aparecer cosas que une no esperaba y son verdaderos hallazgos, claro, pero no aparecen ni por ósmosis ni por generación espontánea, sólo se manifiestan si une está concentrade en una dirección y con una finalidad predeterminada. Henri Alekan*, artista francés iluminador de la película “La Bella y la Bestia” de Jean Cocteau*, con quien estudié en Nancy (Francia), nos contó en clase que cuando estaba filmando la escena en que la bestia se acerca a la casa y aparece ese efecto tan recordado en el cual sólo se ve la sombra de la bestia sobre la puerta; ocurrió entonces que alguien del equipo chocó contra el trípode que sostenía al spot e instantáneamente antes de que el aparato cayese y arruinase definitivamente la escena tuvo un flash de posibilidades y de un manotazo lo contuvo continuando lentamente el movimiento de la caída, obteniendo así uno de los tantos efectos que resultaron absolutamente innovadores en el cine de la época, en el que la sombra de la bestia va creciendo amenazante sobre el portón de madera.  
A no ser que tendiésemos al masoquismo, obviamente todo lo que hacemos tiene que ver con nuestro interés personal, con nuestra vida y con aquello que nos conmueve de alguna manera, sea la que sea. En escena si bien lo que relatamos está íntimamente relacionado y conducido por nuestra experiencia y nuestras emociones, tiene que trascender más allá de lo privado, es únicamente ahí donde se localiza la idea artística sin excepción. Con trascender me refiero no sólo a ir más allá de lo íntimo y subjetivo  sino a pensar acabadamente y lograr que nuestra proposición traspase también un estilo, un uso, una generación determinada y una tendencia, caso contrario, sólo la condenamos al tiempo de un fósforo encendido, independientemente de que el teatro sea netamente efímero a contrapelo de toda documentación. Desafortunadamente en esto también hemos creado nuestras “grietas” sumando diferentes denominaciones para aludir a distintas estéticas, formas y propuestas; denominaciones que por lo general sólo refieren a la limitación creativa y al desconocimiento de la profesión, ufanados permanentemente en darle a todo una aplicación, una utilidad y un marco académico y/o cientificista, especialmente cuando somos nosotres mismes les que no confiamos realmente en eso que producimos y secreta e inconcientemente no lo consideramos como una ocupación “seria”. Así llegamos a hablar de teatro político o de política y teatro o arte y política, cuando en lo personal desconozco que exista algo que no sea político; teatro físico como si hubiese la contingencia de lo intangible, teatro gestual como si el resto fuese ejecutado por momias,  etc., etc., etc., hasta teatro heteronorma y otras distracciones con un hondo dejo de (auto)discriminación oculta, mientras nos regocijamos autorreferencialmente en la corrección política coyuntural.
La idea a veces viene de la intuición, una impresión visual aleatoria, o de la literatura, de la memoria, de un informe, de un recuerdo o de una chispa de reflexión. Las variantes son infinitas y aparecen siempre ineludibles en el primer bosquejo (a no ser que une lo descarte por completo), sólo hay que seguirle el hilo, de eso se trata. El romántico francés Theodore Géricault*, uno de los grandes y uno de los más interesantes pintores de su siglo, leyó un día sobre el hundimiento del “Medusa" en la costa de África occidental. Los sobrevivientes estuvieron a la deriva en el mar durante doce días. El hambre, la sed y la desesperación los llevó a enfrentarse sanguinariamente entre ellos salvándose sólo quince. A Géricault le fascinaron las noticias del desastre. Dibujó  y pensó, y pensó en el Juicio Final de Miguel Ángel* y pintó. En un proceso muy dramático que duró muchos años, bocetó una idea que terminó convirtiéndose en el cuadro gigante del Louvre, de cinco por siete metros.

"La balsa de la Medusa", Óleo sobre lienzo de Théodore Géricault 1819, Museo del Louvre, París, Francia



Karl Valentín* Karl, (1882-1948), de nombre civil Valentin Ludwig Fey, fue un comediante, cantante folclórico, autor y productor de cine alemán. Con su humor influyó en numerosos artistas posteriores, como Bertolt Brecht y Samuel Beckett entre otros.
Henri Alekan*, (1909 -2001) Fue un iluminador francés, (Director de Fotografía). Se convirtió en uno de los más importantes camarógrafos de cine del siglo XX. Filmó junto a Jean Cocteau, William Wyler, Abel Gance, Terence Young y Wim Wenders entre otros.
Jean Cocteau*, (1889 -1963 ) fue un escritor, director de escena/ cine y pintor francés.
Théodore Géricault*, Jean-Louis André Théodore Géricault (1791 -1824 ) fue un pintor, escultor, dibujante y litógrafo francés. Se le considera uno de los más importantes representantes del romanticismo en la pintura francesa.
Miguel Angel*, Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), fue un arquitecto, escultor y pintor italiano renacentista, considerado uno de los más grandes artistas de la historia tanto por sus esculturas como por sus pinturas y obra arquitectónica. "El Juicio Final"; o "El Juicio Universal"; es el mural que realizó al fresco para decorar el ábside de la Capilla Sixtina (Ciudad del Vaticano, Roma).